Y es que ya no te acuerdas de que un día a las tantas de la madrugada hablando por teléfono me prometiste un, un viaje a Argentina, allí donde me ibas a enseñar todos los rincones de tu tierra que también empezó a formar parte de mi. Un viaje para que al menos uno de nuestros cinco hijos nacieran allí, como tú. Uno de esos cinco que acepté tener a cambio de una boda por la iglesia, por todo lo alto. Es que ya tampoco te acuerdas del piano de cola, de la guitarra y de todos los instrumentos que pensabas tener en casa, ni del perro, ni de ninguna de las promesas que me hiciste. Es que no te acuerdas de las veces que me dijiste que solo dos añitos más y me verías amanecer cada día de cada año de esta vida. Ni te acuerdas de nuestra primera vez en cada una de las cosas que hemos hecho juntos, ni te acuerdas como era tu piel bajo mis manos ni tus labios sobre los míos. Dudo de que te acuerdes de algo de lo que hemos pasado pero, no te preocupes, yo me acuerdo por los dos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario